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De relaciones tormentosas a relaciones que sanan

Tenemos creencias tremendamente alocadas respecto al amor.

Cuando alguien está soltero/a preguntamos ¿cómo está el amor? refiriéndonos a si ha conocido a alguien, dando a entender que sin pareja no hay amor.

Así como también, existen creencias tremendamente violentas respecto a lo que implica estar soltero; muchas personas creen que quienes no tienen pareja no están “completos” o que tal vez no son felices. Siendo que, en realidad, la felicidad y el amor no tienen que ver con una pareja.

Puedes estar soltero y tener amor y felicidad de sobra. Sin embargo, este no es el principal problema ni el punto de este escrito.

El verdadero problema es que creemos que por tener una pareja el ítem amor y felicidad están resueltos.

Es como si tener pareja fuera un argumento suficiente para delegar estas dos áreas tan importantes de nuestra vida, responsabilizando a otra persona de nuestro bienestar o malestar.

Sin embargo, si quieres elegir estar en pareja y tener una relación sana para ambos, entonces sé consciente de que tu pareja no está ahí para hacerte feliz. No es su misión. Con tu pareja pueden compartir momentos felices, pero nunca es responsabilidad de ninguno hacer feliz al otro. Eso de que alguien nos haga feliz es propio de Disney y se basa en una mentalidad de carencia e insuficiencia personal.

Estar en pareja es conocerse a uno mismo, y eso siempre es un desafío. De hecho, muchas personas prefieren no tener pareja para no confrontar lo peor de sí mismos, pero la verdad es que eso terminará saliendo a la luz de una manera u otra.

El tema es que tu pareja te mostrará lo que no has sanado. Tu pareja despertará tu desconfianza, tu sensación de injusticia, de rechazo, tus sentimientos de soledad, asfixia, rencor, miedos, etc. Al estar en una relación, todo se siente más intenso, tanto el cariño como nuestros miedos.

Cuando eso ocurra, cuando tus peores miedos o inseguridades se desencadenen, ojalá te hayas conocido a ti mismo lo suficiente como para reconocer que eso es tuyo. Que tu pareja no es quien provocó tu desconfianza, tu sensación de injusticia o de soledad, sino que en realidad es algo que has vuelto a revivir.

Sé que esta idea puede ser difícil de aceptar, pero te invito a mirar tus relaciones del pasado, con tus ex ¿qué era lo que te molestaba? ¿qué era lo que te dolía? ¿por qué terminó esa relación?

Tal vez te des cuenta de que hay un patrón, que sin darte cuenta sueles pensar, sentir y actuar de la misma manera.

Si quieres, puedes ir incluso más allá y revisar la relación que tienes con tus amigos, colegas y padres. Quizás te des cuenta de que en distintos lugares y situaciones piensas y sientes de la misma manera. Que a menudo te invade la misma vieja sensación de que “no te están valorando”, “que tú das más en la relación”, “que no te permiten ser tú mismo/a”, “que no te quieren”, etc.

Si observas bien, quizás te des cuenta de que esos mismos pensamientos y emociones que no te agradan son los que vuelves a revivir con tu pareja.

Si es así, la próxima vez que vuelvas a sentir esas emociones que no te agradan, te propongo que en vez de acusar a tu pareja de hacerte sentir así, mejor tomes una pausa. Permítete identificar lo que estás sintiendo y si te das cuenta de que nuevamente tu mente te está convenciendo de que, por ejemplo, “no te valoran” o como me pasa a mí cuando siento que “la situación no es justa”, entonces quiere decir que el conflicto no es de tu pareja, sino que es tuyo.

Y si el conflicto es tuyo, no es responsabilidad de nadie más que de ti mismo resolverlo.

Te preguntarás ¿cómo?

A través del autoconocimiento. Mientras más te conozcas, mientras más claridad tengas respecto a lo que te duele (tus gatillos) y el origen de estos, es mucho más fácil aprender a lidiar con ellos.

Durante muchos años tuve la herida de la injusticia marcada a fondo. El menor conflicto que había en una relación me hacía sentir mucha rabia y ganas de cortar la relación. Mi cabeza me contaba historias en donde quien sea que tuviera al frente “no me reconocía y no veía todo lo que yo hacía por ella”. Los motivos generalmente eran tremendamente absurdos, pero en esos momentos yo estaba total y absolutamente seguro de tener la razón. Saboteé varias relaciones a causa de esto y más de alguna vez he estado cerca de sabotear mi relación actual a causa de estos mismos pensamientos y percepciones. Gracias al autoconocimiento, gracias a la claridad que tengo sobre este diálogo que reproduce mi mente y estas sensaciones que me hace sentir, ya no caigo tan seguido. Me doy cuenta y tengo la posibilidad de elegir qué hacer (dar una pausa, escribir lo que siento, salir a dar una vuelta, dialogar con mi ego, etc.) en vez de simplemente reaccionar.

Cada vez que nos damos cuenta de que estamos cayendo en el mismo diálogo mental de siempre, en las mismas emociones y formas de actuar, y nos permitimos dar una pausa en vez de simplemente reaccionar y atacar al otro, estamos sanando. Estamos eligiendo algo distinto y eso comienza a generar un cambio en nuestros patrones.

Esto no es un cambio solo a nivel espiritual, sino que es un cambio a nivel fisiológico. Cuando le mostramos otra alternativa a nuestro cerebro al patrón neuronal que está acostumbrado a seguir, generamos cambios. Generamos nuevos puentes.

Tu pareja puede ser una fuente de frustraciones y dolor al mantenerte en la inconsciencia y creer que es su deber hacerte feliz, o puede ser tu camino a la coherencia emocional al entender que a través de esta relación te haces consciente, te conoces a ti mismo y puedes sanar aquello que aún no has procesado.

Como todo, es una elección.

 

Buen domingo,

Ignacio.

PD: Con esto no busco ir en contra del sentido común, si en tu relación de pareja hay maltrato físico o psicológico, es imperativo salir de ahí. Pero si no es así y hay un conflicto que se repite en tu relación una y otra vez, entonces sugiero tomar en cuenta lo que dice este escrito.

Imagen del autor

Quién soy yo?

Mi nombre es Ignacio Urzúa, me dedico a realizar acompañamientos uno a uno para ayudar a las personas a identificar y romper patrones de pensamiento y comportamiento repetitivos que limitan su vida. Me centro en explorar la infancia y la historia familiar de mis consultantes para entender y abordar los conflictos recurrentes en sus vidas.

Los beneficios de este acompañamiento incluyen el desbloqueo de obstáculos en las relaciones, la mejora de la calidad de las relaciones, la identificación de creencias limitantes, la reducción del estrés y el fomento del amor propio. La mayoría de mis consultantes describen las sesiones como un gran despertar, al darse cuenta hasta qué punto repetían su historia familiar y dirigían su vida en base a sus heridas de infancia.

Estaré encantado de acompañarte en tu proceso. 

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