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Cuatro pasos que necesitas dar con urgencia

Alerta de honestidad radical sin adornos. Si te molesta que te digan las cosas como son, mejor no sigas leyendo.

Hace un tiempo te dije, con más certeza que humildad, que “sé 4 cosas sobre ti que te dañan”. Y me imagino, que al igual que a mí hace 7 años atrás, no te gustó mucho escucharlas. O leerlas.

Aunque tal vez es primera vez que lees esta newsletter y no tienes ideas de qué estoy hablando, así que procederé a dejar aquí abajo mi “anteriormente en escritos”

Sigo…

La parentalización es como una trampa invisible. Te atrapa tan profundamente que, probablemente, antes de leer la newsletter anterior, ni siquiera sabías que existía. Peor aún, no sabías que te estaba destruyendo. Pero yo lo veo claro: la tenías tan normalizada que ni lo cuestionabas.

No tener ni idea de lo que quieres en la vida. Estar siempre colpsado de tareas (muchas de ellas, o en realidad casi todas, para los demás). Vivir sin límites y con una culpa tan pesada que te hace decir “sí” a todo, hasta cuando no puedes más. Especialmente si el favor viene de tus papás.

Y sí, quizás digas que no sientes culpa. Pero, seamos sinceros, ¿qué otra razón puede tener alguien para dejarse de último lugar?

La solución ya la dije antes, y es tan obvia que parece fácil. Pero otra cosa es con guitarra dicen por ahí.

Pero aún así, vamos con un paso a paso simple:

Primer paso: Tómate un respiro, aunque sea cinco minutos para pensarlo bien, antes de decir “sí” a lo que te piden. Pregúntate: ¿ de verdad lo quiero hacer? Si la respuesta es “no”, es momento de que actúes en consecuencia.

Segundo paso: Agendar un rato a la semana para ti. Un momento sagrado en el que no estés para nadie. Y lo repito: para nadie. Por favor recuerda que si hay una emergencia no te van a llamar a ti, existen bomberos, ambulancias, policía, etc. No eres tan importante, la gente seguirá viviendo con o sin ti. Insisto, para nadie. Ni siquiera si tu mamá te llama para quejarse de su día.

Tercer paso: Establecer límites. No porque no puedes hacer algo, sino porque no quieres. Y punto. Acepta que está bien decir “no” simplemente porque no te nace.

Pero aquí viene el golpe duro, la honestidad radical:

Nada de esto va a servir. Alerta de spoiler otra vez: No va a funcionar.

¿Por qué? Porque la raíz del problema es más profunda. No son las tareas, ni los límites. Es la culpa. Y hasta que no aprendas a resignificar esa culpa, seguirás en el mismo ciclo.

La buena noticia: En 7 minutos te enseño cómo hacerlo.

Imagen del autor

Quién soy yo?

Mi nombre es Ignacio Urzúa, me dedico a realizar acompañamientos uno a uno para ayudar a las personas a identificar y romper patrones de pensamiento y comportamiento repetitivos que limitan su vida. Me centro en explorar la infancia y la historia familiar de mis consultantes para entender y abordar los conflictos recurrentes en sus vidas.

Los beneficios de este acompañamiento incluyen el desbloqueo de obstáculos en las relaciones, la mejora de la calidad de las relaciones, la identificación de creencias limitantes, la reducción del estrés y el fomento del amor propio. La mayoría de mis consultantes describen las sesiones como un gran despertar, al darse cuenta hasta qué punto repetían su historia familiar y dirigían su vida en base a sus heridas de infancia.

Estaré encantado de acompañarte en tu proceso. 

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