Todos hemos mentido y vamos a continuar mintiendo.
Algunas personas pueden creer nuestras mentiras,
incluso nosotros mismos podemos dejarnos engañar por lo que decimos
pero nuestro cuerpo no.
Nuestra mente, cuerpo y alma no se comprará las mentiras que les decimos a los demás, ni las que nos decimos a nosotros mismos.
Tales como:
- “está todo bien”
- “esto no me afecta”
- “lo hago porque quiero”
- “ellos tuvieron sus razones, los entiendo y los perdono”
- “lo hago porque me necesitan”
- “no me molesta hacer esto”
- “no siento rabia”
Y una serie de otras más que se reducen a exactamente lo mismo; negación y evasión de lo que realmente pensamos y sentimos.
Fingir que está todo bien, perdonar antes de si quiera procesar lo que sentimos, no mirar nuestro pasado o simplemente creer que las cosas que pasaron no nos afectan, son el camino directo a la ansiedad, crisis de angustia y/o ataques de pánico.
Pero cuando estos síntomas tocan nuestra puerta; cuando el corazón se agita sin razón aparente, cuando el sudor en la manos se hace notar, cuando nuestra mente no para de pensar y nuestro pecho se aprieta, recién ahí nos preguntamos ¿qué nos está pasando?
Pero este es el tema ¿por qué no nos preguntamos antes que era lo que realmente sentíamos? ¿qué era lo que realmente queríamos? ¿por qué dijimos que sí a tantas cosas que no teníamos ganas de hacer?
Nos hacemos la pregunta muy tarde. Esperamos años, décadas incluso, en situaciones que nos dañan y, peor aún, haciéndonos daño a nosotros mismos al forzarnos a hacer y decir cosas que realmente no queremos.
Cuando la ansiedad se hace notar no queda otra que dar vuelta atrás la mirada y permitirnos procesar lo que durante tantos años no nos permitimos sentir ni hablar.
La ansiedad es ese maestro que viene a disipar las mentiras que te has contando a ti mismo. Mientras más nos mintamos, mayor es su intensidad.
La ansiedad es un síntoma de nuestra desconexión de nosotros mismos, de nuestra autenticidad, de esa voz interna que habla bajito pero con claridad y que, tal vez, dejamos de escuchar.
Mientras más nos mentimos a nosotros mismos, mayor es la ansiedad.
Confronta esas emociones que no te permiten sentir
Confronta esos miedos que no te permiten avanzar
Confronta esos engaños que te mantienen en donde no quieres estar
Confronta esas culpas que cargas en tu espalda
Comienza un proceso de 28 días para ir a la raíz de esa ansiedad que te está empujando a sanar.
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Un abrazo,
Ignacio.