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Revelación espiritual

Quiero compartir contigo la mayor revelación espiritual que he tenido, y no, no trata de visiones ni de nada sagrado o religioso.

Creo que, al igual que muchas personas, tendí a confundir el mundo espiritual con algo místico o esotérico. Durante mucho tiempo pensé que la espiritualidad trataba de conexiones con seres divinos, con sensaciones, intuición, energías, etc.

Si bien no dudo de la existencia o de la posibilidad de las conexiones antes nombradas, fui descubriendo que en realidad la espiritualidad es algo mucho más simple, pero a la vez mucho más complejo de llevar.

Lo que he entendido hasta el momento es que la espiritualidad trata de poder estar presente, de vivir el momento actual y no estar atascados en el pasado. Sin embargo, esto es algo tan difícil de hacer teniendo en consideración que nuestra mente no para de pensar. Está siempre activa, contándonos una historia que nada tiene que ver con lo que estamos viviendo.

¿Cuántas veces hemos estado en la playa, donde supuestamente está todo bien, donde fuimos para relajarnos, pero nuestra cabeza no paró de pensar en el trabajo o en cualquier otra cosa que nada tiene que ver con lo que estamos viviendo?

La mente como una tetera hirviendo

Es realmente difícil estar presente siendo que tenemos una especie de tetera hirviendo en nuestra cabeza, pero claramente no de las nuevas, sino de esas antiguas que tienen un chillido bastante desagradable.

El problema es que estamos tan identificados con esa voz que está en nuestra cabeza que habla y habla sin parar, y que es imposible de controlar. Aunque intentaras proponerte dejar de pensar por 2 minutos, probablemente no podrías. Es como si hubiera una parte de tu mente que funcionara en piloto automático, contándote siempre alguna historia o trayendo el pasado al presente.

Mi gran revelación espiritual

Es justo esta la gran revelación espiritual que tuve hace algunos años. Leyendo “El poder del ahora” de Eckhart Tolle y aprendiendo sobre “Un curso de milagros” de a poco fui entendiendo que esa voz que está en nuestra mente, esa voz que habla sin parar, no somos nosotros. Es nuestro ego.

Fue muy difícil de entender para mí que en mi mente había una voz, que aunque creía poder controlar, no podía hacerlo y que además no tenía que ver con quien era yo. La primera parte es un poco más fácil de entender, creo que todos concordamos con que no podemos dejar de pensar aunque así lo queramos, así como también hay momentos en que ni siquiera podemos controlar qué pensar (como cuando estamos experimentando ansiedad).

Pero la segunda parte… cuesta asimilarla. Al respecto, el Budismo, en resumidas cuentas, menciona que el ego es un velo que nubla nuestra percepción de la realidad, causándonos sufrimiento. Es así que un evento “neutral” nuestro ego lo puede transformar en algo terrible. Un buen ejemplo de esto puede ser cuando un amigo o nuestra pareja no quiere acompañarnos a, por ejemplo, dar una vuelta al cerro. Es algo totalmente neutral y sin mucha importancia, pero desde nuestro ego se puede leer como una falta de cariño, reconocimiento o incluso como una traición.

Obviamente, este es un ejemplo banal, pero ya podemos imaginar lo que hace nuestro ego con cosas más importantes.

Identificar el ego

¿Cómo te habla tu ego? ¿Cuáles son tus pensamientos cuando las cosas no funcionan como quieres? Identificar cuándo es nuestro ego el que está hablando, es clave para dejar de reaccionar de la misma forma.

El ego, al contarnos siempre una misma historia, en donde por ejemplo “nadie nos reconoce”, “no valoran lo que hacemos”, “no nos quieren”, “no hacen las cosas como queremos”, “no nos respetan”, “algo ocultan”, etc., generalmente nos lleva a sentir y actuar de la misma manera.

Esto nos mantiene en una rueda, afectando principalmente a nuestras relaciones más cercanas, creando barreras que nos distancian del amor, separándonos cada vez más por ideas que surgen desde el ego.

Cambiar la reacción

El trabajo del ego consiste en aprender a identificar cuándo es el ego el que está hablando y diciendo por nosotros, para así de a poco poder elegir reaccionar distinto. En vez de, por ejemplo, dejarnos llevar por esa voz que nos dice que “nadie nos valora” y volver a acusar a nuestra pareja de no valorar lo que hacemos, lo mejor sería dar una pausa, reconocer que es nuevamente nuestro ego contándonos lo mismo de siempre, darnos un momento para procesar lo que sentimos y una vez desactivados, considerar si es verdad que tu pareja no te valora.

Tal vez te des cuenta de que no es tan así, que es solo tu ego contándote la misma historia de siempre. La misma historia que te contó en la relación con tus padres, amigos, colegas, jefes, profesores, ex parejas, etc. Quizás te des cuenta de que estás reproduciendo un mismo guion y que lo único que cambia es el personaje.

Ese guion es tu ego, no eres tú.

Buen domingo,

Ignacio.

Imagen del autor

Quién soy yo?

Mi nombre es Ignacio Urzúa, me dedico a realizar acompañamientos uno a uno para ayudar a las personas a identificar y romper patrones de pensamiento y comportamiento repetitivos que limitan su vida. Me centro en explorar la infancia y la historia familiar de mis consultantes para entender y abordar los conflictos recurrentes en sus vidas.

Los beneficios de este acompañamiento incluyen el desbloqueo de obstáculos en las relaciones, la mejora de la calidad de las relaciones, la identificación de creencias limitantes, la reducción del estrés y el fomento del amor propio. La mayoría de mis consultantes describen las sesiones como un gran despertar, al darse cuenta hasta qué punto repetían su historia familiar y dirigían su vida en base a sus heridas de infancia.

Estaré encantado de acompañarte en tu proceso. 

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