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Relaciones tan reales como nos permitimos ser.

La mayoría de nosotros queremos ser amados, sin embargo, hay algunos que están dispuestos a ser amados a cualquier precio. Incluso si eso implica ir en contra de uno mismo.

Oímos historias en las que se nos cuenta que el amor implica sacrificio, escuchamos canciones y vemos películas en donde se da todo por amor. Todo tipo de sacrificios, cambios de rumbo y adaptaciones por amor.

Incluso yendo más allá, mucho del contenido que consumimos tiene que ver con conquistar o seducir a alguien. Lo que se traduce en transformarse o aparentar ser alguien que no somos para ser amados. Y sí, ese es el mensaje detrás de lo que consumimos a través de la música, películas y redes sociales; No eres suficiente para ser amado. Y por esto, continúan diciéndonos “muéstrate distante”, “mantén el misterio”, “no seas intenso/a”, no hables de ciertos temas, di “no puedo, en vez de no quiero”, compra perfumes, gana más, vive en un mejor “lugar”, crece en estatus, cambia, cambia, cambia…”mejora”, “mejora”, “mejora”. Soluciones banales.

Pero el problema de las soluciones banales es que sólo te pueden dirigir a algo igual de banal; relaciones de bolsillo, relaciones que carecen de profundidad y que no van a ninguna parte. Relaciones igual de anodinas e insustanciales que las sórdidas soluciones que propone la sociedad.

Si lo que queremos es detener este ciclo, entonces necesitamos cuestionar en vez de replicar y encontrar nuestro propio concepto del amor.

Si seguimos la sabiduría popular, vamos a estar en relaciones igual de superficiales que la sociedad de estos días. Si seguimos los consejos de nuestros amigos o de nuestros padres, terminaremos en relaciones iguales a las de ellos, para bien o para mal.

Es mejor encontrar una relación que resuene con quienes somos y para eso no hay nada mejor que permitirnos ser auténticos. Permitirnos ser nosotros mismos, hablar con claridad sobre lo que nos gusta, aspiraciones, aciertos, miedos e inseguridades, qué es lo que realmente buscamos y por sobre todo permitirnos dejar claro cómo damos y sentimos que recibimos amor.

No todo el mundo busca lo mismo que nosotros, no todo el mundo tiene el mismo concepto de amor que nosotros, y por ende, lo más sabio es ser claro respecto a esto. Si estás buscando formar una familia, no tiene ningún sentido estar con alguien que tiene un concepto de amor libre. Mucho menos tiene sentido que te adaptes a ese concepto de amor. Todos sabemos qué terminará pasando. Y si es al revés, si tú tienes un concepto de amor libre, no tiene sentido hacerle perder tiempo a alguien que está buscando algo distinto. Es mejor ser claro, ser auténtico.

Y sí, la autenticidad es un embudo, requiere valentía. Aleja a muchas personas, saca de tu vida falsos amores, falsas amistades y relaciones familiares que ya no te suman. Pero atrae, mantiene y fortalece relaciones reales, donde no hay mucho que esconder. Y a mi forma de ver, es mejor ser rechazado que ser moldeado.

Estos no son consejos para tener una relación perfecta o una relación que dure para siempre.

Las relaciones no son perfectas, son reales.

El único final es la muerte, los finales felices no existen.

No existe ninguna garantía para que una relación funcione.

Pero la autenticidad al menos nos llevará a relaciones en que continuemos siendo nosotros mismos, y si esa relación llegara a terminar, perderás a alguien, pero no a ti mismo. Y eso, es mucho. La mayoría de las personas se pierden a sí mismas con tal de ser queridas o mantener relaciones en donde ya no es.

No hay caminos más fáciles. Ambas opciones son difíciles.

Adaptarse para ser querido o ser auténtico. Pero es un dolor diferente.

El adaptarse con los demás, ir en contra de lo que pensamos y sentimos, evitará muchas situaciones incómodas, para eventualmente sentir un escozor permanente de perdernos a nosotros mismos.

Ser auténtico será un gran dolor inicial, porque no todo el mundo te aceptará y el rechazo duele. Pero las relaciones que queden, se sentirán tan distintas y seguras.

Como todo, es una opción,

Un abrazo,

Ignacio.

Imagen del autor

Quién soy yo?

Mi nombre es Ignacio Urzúa, me dedico a realizar acompañamientos uno a uno para ayudar a las personas a identificar y romper patrones de pensamiento y comportamiento repetitivos que limitan su vida. Me centro en explorar la infancia y la historia familiar de mis consultantes para entender y abordar los conflictos recurrentes en sus vidas.

Los beneficios de este acompañamiento incluyen el desbloqueo de obstáculos en las relaciones, la mejora de la calidad de las relaciones, la identificación de creencias limitantes, la reducción del estrés y el fomento del amor propio. La mayoría de mis consultantes describen las sesiones como un gran despertar, al darse cuenta hasta qué punto repetían su historia familiar y dirigían su vida en base a sus heridas de infancia.

Estaré encantado de acompañarte en tu proceso. 

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