Todos queremos más o menos lo mismo: una relación de pareja sana, un trabajo que nos apasione, y estabilidad económica. Pero… ¿cuántas veces nuestras acciones reflejan exactamente lo contrario?
Dices que quieres una relación estable, pero aceptas quedarte en relaciones sin nombre, que claramente no van a ningún lugar. Dices que mereces mejores ingresos, pero te cuesta cobrar lo justo o pedir un aumento. Hablas de tus sueños por cumplir, pero siempre encuentras una excusa para no empezar.
O peor aún, cuando encuentras esas cosas que tanto querías, te autosaboteas.
¿Te suena familiar?
No es casualidad. De hecho, es sumamente familiar. Hay algo profundo, algo que no ves, que te mantiene ahí: las lealtades familiares invisibles.
Lo explico en simple; No es lo mismo irte de vacaciones al Caribe si vienes de una familia económicamente estable que si vienes de una que apenas llega a fin de mes. La diferencia no solo está en el dinero, sino en algo mucho más profundo: la culpa.
Ahora, hay otras situaciones igual de complejas pero más difíciles de ver.
Imagina a una niña que crece viendo cómo su madre soporta maltrato “por el bien de la familia”. Al llegar a la adultez, esa niña podría buscar inconscientemente parejas que la maltraten, porque ha asociado el sufrimiento con el amor. Obviamente esto no es una elección consciente, es una lealtad familiar.
Sé que te puede sonar irracional, pero en realidad no lo es. Mirémoslo desde otro ángulo.
De una u otra manera como seres humanos buscamos lo que nos resulta “familiar”, sin importar lo que eso signifique. Una persona que viene de un ambiente caótico, sin darse cuenta reproducirá ese mismo ambiente caótico en sus relaciones de pareja, en el trabajo, incluso en sus amistades. Es lo que conoce, su zona “cómoda”.
Es como si estuvieras cumpliendo con un guion que no escribiste, pero que sientes la necesidad de seguir.
De hecho en mis sesiones 1 a 1, siempre hago la misma pregunta cuando analizamos el árbol familiar: “Si tu historia familiar fuera una novela, ¿cuál sería su trama principal?”. Y adivina qué: ese drama familiar es exactamente lo que se reproduce en la vida personal de mis consultantes.
Tus problemas no son solo tuyos. Son familiares. Son historias que vienes arrastrando de generaciones anteriores.
Intentas resolver un conflicto que no comenzó contigo, y hacerlo sin mirar hacia atrás es como caminar con los ojos vendados. ¿Sabes por qué?
Porque tu brújula interna no te lleva a lo que quieres, sino a lo que conoces.
Y cuando intentas alejarte de lo que es “familiar”, aparece la culpa.
Esa culpa te frena, te hace dudar, y terminas regresando al punto de partida.
Pero aquí viene la buena noticia: puedes romper con esto.
En mi último video, Por esto sientes que no puedes avanzar, te explico cómo identificar estas lealtades y cómo empezar a liberarte de ellas.
Porque aunque romper con lo conocido puede causar culpa al principio, es también la única forma de construir una vida realmente tuya.
De hecho, tal como siempre digo, el fin de todo lo que hago es acompañarte a recuperar tu libertad de elegir la vida que quieres en vez de la que debes.
Buen domingo,
Ignacio.