A los 4 años, de la noche a la mañana, mi padre biológico, Arturo, dejó de estar en mi vida por decisiones que él tomó.
Fue un dolor desgarrador, aunque la verdad es que no tengo muchos recuerdos más allá de llorar desconsoladamente en la casa de mis abuelos, parece que mi mente decidió bloquearlos para sobrevivir.
Pero poco después, apareció Matías en nuestras vidas. Mi mamá lo encontró y él se convirtió en mi papá. Tanto así, que por años llevé su apellido, “Grez”.
En 2018 empecé a escribir un libro sobre todo lo que viví para sanar la herida que dejó la partida de mi padre y el gran bloqueo que tuve en mis relaciones de pareja por toda una década. No fue fácil, pero las palabras fueron gran de mi terapia.
Luego vino 2020 y con él la pandemia. Un caos total en mi familia. Matías (mi papá) perdió su trabajo, y fue como si la vida se hubiera ido a abajo.
Pero, como pasa muchas veces, lo que parecía el golpe final terminó abriendo puertas nuevas.
En 2022, mi papá tomó su primer viaje como conductor de Cabify y… el destino decidió moverse. Sus pasajeras fueron nada más ni nada menos que la Caro y la Fer (hermana de la Caro). Iban hablando de un libro que la Caro estaba escribiendo para la editorial Planeta. Matías, sin pensarlo mucho, les comentó que su hijo también había escrito un libro, aunque de manera independiente. Esa conversación casual, que tuvo un montón de sincronías de las que en otro momento hablaré, fue suficiente para que la Caro me escribiera por Instagram ese mismo día.
Hoy, mirando hacia atrás, no puedo dejar de pensar en lo increíble que es todo lo que tuvo que pasar para que Carolina y yo nos conociéramos, y para que hoy nuestro hijo Rai exista. Si mi padre no se hubiera ido cuando yo tenía 4 años, Matías jamás habría llegado a mi vida. Si Matías no hubiera perdido su trabajo, nunca habría hecho ese viaje en Cabify. Y si yo no hubiera escrito “Trascender”, no habría habido tema de conversación en ese auto. Ninguna de las cosas que más valoro estaría en mi vida hoy.
Te cuento esto por una razón simple: muchas veces lo que consideramos errores, esos momentos trágicos e injustos que nos toca vivir, son los que, sin saberlo, nos llevan a los momentos más felices de nuestra vida.
Tal vez ahora estés pasando por una situación delicada y pienses que esto no aplica para ti. Si es así, toma este mensaje como una carta del futuro. En algún momento, las piezas encajarán, y verás que lo que hoy duele es lo que te está guiando a una vida mejor.
Esto me ha pasado una y otra vez. Podría contarte diez historias personales más donde lo que parecía un dolor insoportable, al final fue lo que me empujó a ser feliz, agradecido, y más fuerte.
Ese libro, “Trascender”, cambió mi vida.
Todo lo que sufrí se convirtió en ese fuego interno que cambió mi vida.
Cada uno de esos dolores se transformó en mi voz, esa voz que hoy con seguridad ABSOLUTA te dice: sí se puede sanar.
Y esa misma voz fue la que escribió el libro.
Escribirlo fue el acto más poderoso de sanación que he vivido.
No tengo una vida perfecta, mis días no son siempre brillantes. Hay días buenos y otros que duelen. Pero comparado con mi yo de 21 años, perdido en la depresión, hoy estoy mil veces mejor.
Cambiar la forma en que miramos nuestra historia puede darle un giro completo a la narrativa. Lo que antes parecía una tragedia, ahora es un milagro. Una historia tan mágica que parece sacada de un cuento.
Cada uno de tus dolores puede transformarse si te abres a cambiar tu perspectiva.
Ojalá te animes a hacerlo.
Y si no sabes por dónde empezar, hay un libro que puede echarte una mano… se llama “Trascender”.
