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Renuncia a la verdad universal y encuentra la tuya

Vivimos con una única gran certeza: eventualmente moriremos. Sin importar nuestras diferencias culturales, creencias o religiones, todos compartimos el mismo final, al menos biológicamente hablando. Pero al parecer, hay más formas de morir.

Una de ellas es la llamada muerte kafkiana, que consiste en estar en un estado de alienación existencial (percepción de la vida como un sinsentido) y desesperanza. Esto implica, a mi parecer, que todos hemos muerto más de alguna vez. En algún punto, todos hemos perdido la huella del camino, nos hemos preguntado cuál es el sentido de esta existencia o si acaso lo tiene, y hemos entrado en laberintos que parecieran no tener salida.

Y creo que, tal como dice Alan Watts, la vida no tiene ningún propósito ni tampoco tiene por qué tenerlo. Técnicamente, vivimos en una bola de agua que gira alrededor de una bola de fuego. Simplemente es lo que es. Podemos encontrar miles de argumentos, filosofías y teorías que planteen un sentido, pero al final del día, son solo ideas. Nadie, absolutamente nadie, tiene la verdad última de cuál es el sentido de estar aquí. Solo hay diferentes creencias. Por lo tanto, pareciera ser que vivir de la mejor manera que conozcamos es el sentido.

Nuestra propia verdad:

En pos de ese objetivo, creo que es importante renunciar a encontrar la verdad universal y más bien encontrar nuestra propia verdad. Básicamente, tal como propone el existencialismo, debemos crear un sentido en un mundo indiferente. A menudo buscamos encontrar un sentido o propósito en el exterior, muchas veces buscamos que alguien nos diga cuál es nuestro camino, y sin darnos cuenta, aceptamos el camino que otros proponen. El resultado es generalmente muy similar: perdernos.

Si seguimos los pasos de alguien más, si seguimos el camino que la sociedad propone, terminaremos teniendo cualquier clase de vida, menos la nuestra. En sesión, veo a cada rato personas siguiendo la vida que sus padres propusieron, consciente o inconscientemente, a través de lealtades invisibles. También veo a muchas personas presionadas por una sociedad que no existe (solo un fantasma llamado “qué dirán”). De hecho, muchas veces pregunto en sesión: ¿quién es la sociedad? ¿quién te presiona? y generalmente aparecen dos o tres nombres.

A una elección:

Afortunadamente, el opuesto a la muerte no es la vida, sino el nacimiento. Morir en el sentido kafkiano de la palabra no significa perder nuestra vida; al parecer es solo un desvío. Siempre, en cada momento, estamos a tiempo de volver a elegir la vida que queremos en vez de la que debemos. Podemos perdernos miles de veces y da igual; siempre existe un camino de retorno.

No me importa llegar a mi muerte biológica estando equivocado, porque tengo la certeza absoluta de que siempre lo he estado, pero espero haber vivido de manera auténtica la vida que yo, para bien o para mal, elegí lo más consciente que pude.

Siempre estamos a tiempo de encontrar nuestra propia verdad.

Que tengas buen domingo

Ignacio.

Imagen del autor

Quién soy yo?

Mi nombre es Ignacio Urzúa, me dedico a realizar acompañamientos uno a uno para ayudar a las personas a identificar y romper patrones de pensamiento y comportamiento repetitivos que limitan su vida. Me centro en explorar la infancia y la historia familiar de mis consultantes para entender y abordar los conflictos recurrentes en sus vidas.

Los beneficios de este acompañamiento incluyen el desbloqueo de obstáculos en las relaciones, la mejora de la calidad de las relaciones, la identificación de creencias limitantes, la reducción del estrés y el fomento del amor propio. La mayoría de mis consultantes describen las sesiones como un gran despertar, al darse cuenta hasta qué punto repetían su historia familiar y dirigían su vida en base a sus heridas de infancia.

Estaré encantado de acompañarte en tu proceso. 

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