Alerta de intensidad en 3, 2, 1…
Hablo en serio. Si hoy no tienes espacio para una confrontación brutal, cierra este correo ahora mismo. No pasa nada.
Pero si te quedas, vamos a hablar de algo que puede doler: el verdadero patrón detrás de tus relaciones de pareja.
Seamos claros: fin de año es el mejor momento para enfrentarnos a lo que realmente importa. Y sí, puede ser incómodo.
La mayoría de las personas que vienen a mis sesiones llegan con historias muy similares:
- “Siempre termino con personas narcisistas.”
- “Parece que solo atraigo a gente que no está disponible emocionalmente.”
- “Mis relaciones siempre acaban igual.”
Y como trabajo con patrones, suelo ser la persona perfecta para que me cuenten estas historias.
Pero aquí va el primer golpe de realidad:
Eso que llamas “el patrón” no es el verdadero problema.
Es solo el síntoma.
Si revisas tus relaciones con honestidad, quizás veas que una y otra vez se repiten los mismos dramas.
A lo mejor reconoces que hubo una o dos excepciones, pero la moda es evidente.
Entonces, ¿qué es lo que nadie te dice?
Que estás haciendo las preguntas equivocadas.
“¿Cómo dejo de atraer a personas narcisas o manipuladoras?”
“¿Por qué siempre encuentro parejas no disponibles?”
Olvídate de eso. Aquí está la única pregunta que realmente importa:
¿A quién le duele la situación?
Porque el único factor común en todas tus relaciones eres tú.
Ese es el verdadero patrón:
- Tú, sintiendo que no te valoran.
- Tú, creyendo que no te apoyan.
- Tú, desconfiando si te quieren.
Y lo que hacemos luego es igual de dañino:
Culpamos a nuestra pareja, como si fuera responsable de nuestra felicidad o estado anímico. Nos victimizamos. Armamos el show y buscamos audiencia para nuestro drama (por eso digo que la empatía generalmente es tóxica, los espectadores se transforman en testigos del drama, reforzándolo).
El drama es adictivo. Y enfrentarlo significa mirarte al espejo y hacerte esta pregunta:
¿Por qué estoy eligiendo ver las cosas de esta manera?
Porque eso es lo que estás haciendo: eligiendo.
Eligiendo repetir algo que, aunque duela, se siente familiar.
Es como si trajéramos crónicamente viejos sentimientos del pasado al presente.
Y aquí viene la parte difícil de aceptar:
Cambiar este patrón no significa que el otro cambie. Significa que cambias tú.
Que empiezas a preguntarte:
- ¿Qué tan familiares me son estas dinámicas?
- ¿Por qué me siento “en casa” sintiéndome así?
- ¿Este dolor es realmente diferente al de mi otras relaciones?
Es un cambio de percepción. De paradigma. Y sí, puede doler.
Pero también es la única forma de romper patrones de verdad.
Cuando aceptas que el único patrón que se repite eres tú, abres la puerta a algo que nunca antes habías hecho: pensar, sentir y actuar diferente.
Y créeme, ahí es donde empieza el cambio real.
Las relaciones no están ahí para hacerte feliz, están para ayudarte a sanar y crecer.
Empieza hoy, no esperes al 2025. No hará magia por ti, tal como dije el domingo pasado.
Con demasiado cariño, tanto pero tanto como para decir lo que nadie más te dice (y eso que no soy ni tu amigo),
Ignacio Urzúa.