Ignacio Urzúa
Obtén claridad y nuevas perspectivas que te permitan elegir la vida que quieres en vez de la que debes.
Sé parte mi lista de lectores y recibe cada domingo mis escritos que van directo al grano, buscando encontrar y sanar el origen de nuestros conflictos emocionales.
Recursos
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Reduce los síntomas de la ansiedad y la frecuencia de los ataques de pánico con mi programa gratuito de 28 días.
Sesiones 1 a 1
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EL BLOG
Escritos
Por esto sientes que no avanzas
Todos queremos más o menos lo mismo: una relación de pareja sana, un trabajo que nos apasione, y estabilidad económica. Pero… ¿cuántas veces nuestras acciones
Lo confieso: me comunico mal (y apuesto que tú también).
Partamos con una confesión. Me comunico mal. Rai está empezando a hablar, dice “mamá”, “papá”, “ahí está” y “nanai”. Y claro, me encanta verlo crecer,
Tu peor enemigo no son tus miedos, eres tú
Este mensaje va directo para ti si estás pasando por un momento de tensión fuerte. Si no es ahora, quizá esto te sirva para cuando
La empatía; lo peor de lo peor
Te voy a decir algo que te va a chocar. Lo digo muy en serio. De hecho, capaz que pienses lo peor de mí apenas
Cuatro pasos que necesitas dar con urgencia
Alerta de honestidad radical sin adornos. Si te molesta que te digan las cosas como son, mejor no sigas leyendo. Hace un tiempo te dije,
El 1, 2, 3 de la ansiedad
https://youtu.be/5DDk8JRtWlw Hablemos claro. La ansiedad no es tu enemiga, aunque a veces parezca que te quiere arruinar la vida. Ataques de pánico, pensamientos que no paran,
SOBRE MÍ
¿QUIÉN SOY YO PARA HABLAR DE SANACIÓN?
Mi nombre es Ignacio Urzúa, busco acompañarte a recuperar la libertad de elegir tu vida.
Desde niño tuve que enfrentar lo que muchos, incluso de adultos, prefieren evitar. A los cuatro años, mi papá desapareció de mi vida de un día para otro. Sin explicación, sin aviso. Solo me dijeron lo justo para “protegerme”. Pero en eso, sin querer me quedó tatuada una creencia: los que dicen quererte pueden desaparecer en cualquier momento. Y eso, créeme, me dejó una muralla enorme en mis relaciones.
Por años traté de ignorar ese dolor. Me creí el cuento de que “el tiempo lo cura todo”. Spoiler: no lo hizo y nunca lo ha hecho ni lo hará.. Para colmo, cuando tenía 18, mi mamá empezó a sufrir ataques de pánico. Me puse la capa de salvador y me dije: “Es mi misión curarla”. Error tras error, porque cada intento me hundía más en mi propia depresión. Nada funcionaba, y su situación empeoraba.
Hasta que un día, cansada de lo de siempre, decidió probar algo nuevo. Descubrió la terapia transgeneracional. Fue como ver un milagro en vivo: los ataques de pánico se fueron desvaneciendo. Y mientras ella sanaba, algo en mí hizo clic: era hora de enfrentar mis propios fantasmas.
No fue fácil. No se trataba solo de reconocer lo que dolía, sino de hacer las paces con esos fantasmas y darles voz. Ahí empezó mi transformación. Sané mi dolor, y entendí algo que me cambió la vida: si yo pude cambiar, otros también pueden hacerlo. Me formé en terapias como transgeneracional, biodescodificación, EFT, PNL, Compassionate Inquiry y me surmegí en la filosofía de Un curso de milagros. No para coleccionar títulos, sino para poder acompañar a otros en este mismo camino de sanación.
Y aquí estoy. Directo, al grano para decirte que si de verdad quieres sanar, no vamos a perder tiempo hablando de tu día a día. Vamos a ir profundo, a esos puntos que llevas cargando desde siempre, que siguen doliendo. Yo no transformé mi vida conversando ni dándole vueltas a los problemas. Lo hice tomando decisiones difíciles: reunirme con mi padre biológico después de 18 años sin verlo, poner límites con mis padres, independizarme antes que todos mis amigos, y volver a usar mi apellido Urzúa, con todo lo que eso implicaba.
No lo hice solo, obviamente. A mis 21 años, mi maestra de transgeneracional, me dio vuelta mi mundo con dos frases: “Tu depresión es tu forma de vengarte de tu mamá” y “Si no confrontas los temas con tu papá, serás un farsante como terapeuta”. Esas palabras no me sanaron, pero me empujaron al abismo que tanto temía. Y ahí, en medio de ese proceso, me convertí en el protagonista de mi historia. Dejar de ser víctima fue mi primer paso hacia la libertad.
Si de verdad quieres cambios en tu vida, vas a tener que enfrentar esos puntos de dolor. No se trata de hablar por hablar, sino de confrontar lo que duele y actuar. En cada sesión que tengas conmigo, no vamos a perder el tiempo. Pregunto cómo estás por cortesía, pero en dos minutos ya estamos yendo directo a lo que importa.
Porque sin acciones, nada cambia. Y si estás listo para construir tu paz, aquí estoy para acompañarte a encontrarla.