¿Cuál es la raíz del sufrimiento? ¿De dónde viene nuestro dolor? ¿Por qué se repite?
Cuando alguien supera una situación, sale de una depresión, ansiedad, adicción u otra situación complicada, generalmente dice “me recuperé”. ¿Pero qué recuperó? Aquí está la respuesta.
Estamos desconectados de nosotros mismos. El dolor que sentimos, esa angustia que a veces aparece en el pecho, es el síntoma de habernos desconectado de nuestra esencia. Y la consecuencia de esto es que, debido a esta misma desconexión, no somos capaces de escucharnos a nosotros mismos y seguir nuestra verdad. En vez de eso, simplemente repetimos una y otra vez nuestro pasado y nuestra historia familiar.
Nos centramos demasiado en sanar la ansiedad o la depresión, el no poder olvidar a un ex, los problemas de dinero, la infidelidad, el no poder encontrar pareja, los conflictos en la maternidad, en el matrimonio o la baja autoestima, sin darnos cuenta de que estos son simples síntomas de algo más profundo.
Rara vez vamos a la raíz del conflicto, no porque no queramos, sino porque la respuesta se encuentra en lo transgeneracional.
Nuestros síntomas, nuestras relaciones que no funcionan como queremos, son sólo una consecuencia de las historias familiares disfuncionales y las heridas de infancia. Pero generalmente no atendemos estas áreas y nos perdemos por años trabajando en los síntomas, siguiendo consejos y diversas metodologías que sólo anestesian el síntoma pero no van a su raíz.
Si quieres aprender a anestesiar síntomas, aquí no es. Si lo que buscas es ir lo más profundo que se pueda, a la raíz de tus conflictos emocionales y los de tus consultantes, te invito a seguir leyendo.
En algún punto, por diversas razones, nos desconectamos de nosotros mismos y en vez de relacionarnos desde el amor, comenzamos a vivir nuestras relaciones desde el miedo, la desconfianza, el sacrificio, el victimismo, etc. Y luego, nos encontramos con relaciones de amistad, trabajo, familiares o de pareja que son concordantes con nuestros miedos, dirigiéndonos a situaciones en donde nos pueden ser infiel, hacer sentir no amados, no vistos, desvalorizados o simplemente rechazados.
Generalmente es aquí cuando la gente acude a terapia buscando “sanar” su relación de pareja o su situación laboral, y es así como le dan miles de vueltas al asunto buscando formas de mejorar la relación, pero nunca se preguntan ¿de dónde viene esta situación? ¿Por qué se repite? ¿Para qué está en mi vida? Ni mucho menos cómo sanarla de raíz.
Porque no sabemos o no entendemos que nuestras relaciones son sólo un espejo de nosotros mismos; de nuestro pasado y de nuestra historia familiar.
Nos pasamos gran parte de nuestra vida queriendo cambiar a los demás y a nosotros mismos, en vez de buscar la manera de desprendernos del dolor de nuestro pasado, de todo aquello que nos hace odiar en vez de amar. Que nos mantiene juzgando en vez de comprender y que finalmente nos tiene atorados repitiendo lo mismo una y otra vez.
Las personas no cambian, vuelven a ser como eran antes de sufrir. Vuelven a reconectarse con ellas mismas.